En el sentir colectivo parece que uno de los momentos más peligrosos de la semana, anímicamente hablando, es la tarde noche del domingo. Se acerca el temido/odiado lunes, la alegría del viernes parece haber quedado atrás en un fin de semana que se nos suele quedar corto.
A esto hay que sumarle el peligro de visionar ciertos programas que, con su buen hacer, te conectan con esa realidad que te enciende y más que dormirte, te despierta. Señores de La Sexta, ¿qué tal programarlos para otro día? Que no es cuestión de empezar la semana con tal nivel de cabreo. O tal vez sí, quién sabe.
El caso es que quería rescatar una frase que dijo Joan Rosell, presidente de la CEOE, durante la entrevista de Ana Pastor en El Objetivo:
“Tenemos que adaptar la realidad a la legalidad. El mundo cambia y nosotros tenemos que adaptarnos.”
Me llama mucho la atención el hecho, porque viene a decir que no somos partícipes y creadores de esta realidad. Como si fuéramos espectadores de una realidad que nos es ajena, una realidad en la que no tenemos responsabilidad alguna. Como si fuera una ley natural más. Como equiparar la Ley de los Rendimientos Decrecientes o el índice Dow Jones a la Ley de la Gravedad. Me temo que esta realidad la hemos creado los seres humanos, cada uno su diferente grade de responsabilidad claro. La manzana seguirá cayendo del árbol por mucho que se legisle al respecto. Aunque alguno sería capaz de prohibir los manzanos con tal de tener razón, claro.
Como psicólogo, la responsabilidad es un concepto clave, no tanto por el deber que muchas veces conlleva, sino para tomar consciencia de aquellas cosas que nos corresponde asumir de nuestra vida, que son así porque nosotros contribuimos a hacerlas realidad. Y por tanto, podemos cambiar.
Tanto en terapia individual como grupal, es muy frecuente que la persona intente escaquearse de su responsabilidad. Así, se puede emplear un plural mayestático para compartirla: “cuando hacemos esto o lo otro…” O recurrir al socorrido “tú” para quitársela de encima, o compartir comportamientos para que sean más asumibles: “cuando tú haces esto o lo otro…”. Incidir en ello es fácil, a menudo basta con una pregunta “¿yo? ¿o tú? o “¿pero estamos hablando de ti o de quién?”, “¿qué haces tú dentro de ese nosotros?”.
También se pueden emplear generalizaciones como la del señor Rosell, del tipo “el mundo es así” o “esto es lo que hay”. Éstas son más peligrosas porque ya no se trata de un comportamiento propio de una persona o de un grupo. De repente evoluciona a una constante, una sentencia de cómo es la Realidad. No sólo la suya, sino también la tuya y la de todos. Una realidad que parece universal, e inamovible. Y que ésta perspectiva, estrechez de miras más bien, la tengan los que ostentan el poder, me da miedo.
No voy a entrar aquí a hablar de la “realidad social” en sí misma, muchas veces basada en indicadores estadísticos supuestamente numéricos, pero a menudo demasiado humanos, además de unas interpretaciones más que sesgadas y partidistas de uno y otro lado… pero la reciente desconvocatoria de la huelga de recogida de basura en Madrid muestra que un enfoque más abierto de la realidad, como algo cambiante y no estático, da lugar a nuevas opciones. Una prueba de que muchas veces el “esto es así” es sólo una opción más del abanico de nuestras elecciones, a menudo la más fácil.
Más allá de destrozos y demás, ¿cómo es posible que no se haya llegado a esta solución antes? Sin ser una solución óptima, pues significa una reducción de salarios bastante grande de facto, al menos fue fruto de una negociación, aunque con tintes dramáticos, cierto es. Un acuerdo un tanto desigual, pero válido y que tuvo más que ver con la voluntad de los participantes que con la reforma laboral del Gobierno, como predicaba la Alcaldesa Botella, enfadada y revanchista. Escasa inteligencia emocional.
A través de interlocutores abiertos, capaces, valientes (¿dónde estáis?), que busquen soluciones que no traten de satisfacer a una realidad patológica, sino que contribuyan a una más justa, que se parezca a la que queremos vivir. Por mi parte, señor Rosell, no quiero un presidente que se limite a justificar una realidad en la que no creo, que se limite a adaptar las leyes para perseverar la desigualdad.
Podemos utilizar la legislación para crear una realidad más amable y humana, otra cosa es que interese. Hasta entonces, el mundo seguirá girando y la noche dará paso al mañana.
La clave está en la penúltima frase de tu escrito: no interesa. A esa gente que gobierna, ya sea a nivel político o empresarial, no le interesa para nada la justicia social. Para ellos lo único importante es hacer lo posible por que su mundo continúe gozando del mismo nivel de bienestar egoísta que hasta ahora. Es por eso que tenemos que adaptar la legislación a la realidad, a su realidad, la que quieren mantener. Una sociedad justa, en la que las personas gocen de un grado de bienestar razonable, es decir, un empleo digno y unos servicios públicos de calidad, no es posible. Con la boca pequeña dicen que sería lo deseable, claro que sí, pero la realidad no lo permite, y tenemos que adaptarnos a la realidad, eufemismo para decir que tenemos que bajarnos los pantalones hasta los tobillos y relajar los músculos… Para esa gente la empatía, la inteligencia emocional y todas esas cosas son patrañas improductivas. Yo tampoco siento empatía alguna hacia ellos. Un abrazo (éste sí) empático!
Sí, es cierto. Tengo la impresión de que el clasismo cambia de disfraz y de nombre, amparado por otro sistema. No están acostumbrados a sentir miedo, no les gusta. Al final parece que estamos en una oligarquía democrática… aún así seguiremos apostando por el cambio, no? Llámame loco ;)
Un abrazo!
Podemos darle muchas vueltas al asunto, pero al final lo que queda es que está gente está creando el mundo a la medida de unos pocos y les estamos dejando. Es así de simple y complejo al mismo tiempo. Quienes nos gobiernan están ahí porque nosotros les hemos elegido, les hemos “contratado” para que nos representen, para que nos ayuden, para que mejoren nuestras vidas, pero luego hacen lo que les da la misma gana olvidándose de quiénes y por qué les pusieron ahí. O tal vez me equivoco y este gobierno está haciendo las cosas muy bien para los ojos de quienes lo votaron y como yo no lo hice no lo entiendo. Pero veremos lo que pasa en las siguientes elecciones. Espero que el hastío no haga que la gente se termine quedando en sus casas y reaccione a favor de un partido que tenga los huevos suficientes de poner cada cosa en su sitio y legisle para el bien común y general y no el de esa chusma minoritaria que sólo busca exprimirnos. ¡Un saludo!
Es cierto que les han elegido, aunque si nos paráramos a analizar de verdad cuál es el número exacto de votantes, veríamos que unos y otros no están tan legitimados como nos hacen creer. Cuando hacen referencia a que “los españoles nos han elegido por esto o lo otro”… se me ponen los pelos de punta y la sangre me hierve. Han perdido el miedo y eso no es bueno, les es muy fácil creer que tienen un cheque en blanco para hacer y deshacer a su antojo.
Comparto tus ganas. Si la abstención y el voto en blanco constituyeran un partido, a ver quién tendría la mayoría absoluta.
Muchas gracias por tu comentario, ¡un saludo!
No sé si estarás de acuerdo conmigo, pero en muchos de estos conflictos, y en este caso me refiero a temas similares a la huelga de basura, echo de menos la figura de portavoces externos que sean los que tomen las riendas y negocien. Considero que son personas que no estarían intoxicadas por el ambiente, no tendrían ese afán de revanchimos ni marcarían las negociaciones a golpe de ley del Talión. Situarse un punto por encima del conflicto da una perspectiva global que creo sería útil para solucionar este tipo de situaciones.
Pero es sólo mi opinión.
Un abrazo
Hola Fer.
Pues sí estoy de acuerdo. Además, lo que dices existe. Está la figura del medidor social y de conflictos. El Gobierno, o la oficialidad, a veces actúa como tal cuando son empresas y otros colectivos los afectados.
Yo también creo que alguien menos implicado y, como dices, más neutral, puede facilitar plantear nuevas alternativas, que se contemplen nuevos puntos de vista y se llegue a un consenso inesperado.
Claro que para el cortoplacismo siempre es más fácil tener la razón a golpe de decreto o prohibiciones.
Un abrazo!
Seguro que aquí te vendría bien alguno de los “chistes” de Chumy Chúmez, a lo mejor no le conocéis porque “os leo” muy jóvenes, si queréis, echad una mirada a su magnífico y sangrante humor. Pues si, hay una categoría humana especial en el sistema en el que vivimos y al que pertenecen una serie de agraciados por vaya Vd. a saber quién/qué, que se creen que sus empresas o el país no funciona si no es a base de espachurramiento de todos los demás que no son ellos. En los sistemas todo lleva su tiempo y la gente, aunque le cueste, (¿es lo que tú dices zona de confort?) acaba reaccionando. Más vale tarde….
Sí, aún me acuerdo de su “hipocondria”. Otros tiempos con un fondo parecido y sí, sangrante humor del Sr. Chúmez.
Sinceramente, creo que no si no reaccionamos, estamos listos… O mejor, si no proactivamos. Pero claro, también nos tienen que dejar. Hay una sensación bastante grande de despachurramiento y desánimo general dicífil de levantar.
Ver veremos, no perdamos la ilusión y las ganas de hacer cosas.
Gracias por comentar Amalia!
Coincido con Rosell, sólo que no interpreto su frase igual que él. No sé si le preguntaron por la legitimidad de un colectivo cuyo representante fue Diaz Ferran hasta hace cuatro días (ya se había cargado varias empresas aunque aún no estubieramos seguros de que hubiera robado (no via legal, aunque sí supiéramos en realidad). No sé si me explico.
Hola Eduardo, te explicas. Hicieron alguna referencia a Díaz Ferrán, aunque la frase hacía referencia a otra pregunta. Desde luego, la legitimidad de este colectivo es muy cuestionable. Gracias por comentar, es un buen apunte.