De repente, el lobo llama a tu puerta. Educadamente, eso sí. Apretando el botón del telefonillo y respondiendo con una sinceridad que se escapa a las formas convencionales. ¿Quién es?. – El Lobo, auuuuuuuu.
Es una de las cosas que más recuerdo de las visitas de mi tío Miguel. Bueno, mi tío abuelo Miguel. Un tanto excéntrico, ingenioso, de esas personas que no sabes muy bien por donde pillarlas y por dónde te van a salir, pero siempre con un cariño rebosante. Ese aullido en el telefonillo le bautizó como el Sr. Lobo, antes de de que Harvey Keitel marcara su territorio en el ideario colectivo.
Es por eso que esta semana me he acordado mucho de este vídeo: