Hay miradas que matan, otras que conquistan y hasta que te convierten en piedra si te descuidas. Ya se ha escrito mucho acerca de esto, pero soy de los que gustan experimentar la realidad de ciertos tópicos. El otro día leí un artículo muy interesante que trataba tangencialmente de esto.
Hoy voy a traer a Caminantes una de esas miradas que es capaz de concentrar y transmitir toda una historia en apenas unos segundos. En este caso, la experiencia de una bonita historia de amor. Con un final bastante distinto al de una película hollywoodiense, lo cual hace que sea una belleza muy real.
Es la historia de Marina y Ulay, dos artistas que cayeron presa del amor a primera vista en Amsterdam, allá por el año 1976. Después de unos años de compartir vidas y vivencias, sintieron que su relación estaba llegando a su fin. Y, en una muestra de la autenticidad de estos dos artistas, decidieron celebrar este fin con una performance: cada uno saldría de uno de los extremos de la Muralla China para encontrarse en el camino, darse un abrazo y decirse adiós para siempre jamás.